La reproducción asistida es ese tipo de situación que pensamos que jamás nos va a tocar. Porque tú cuando tuvieras pareja ibais a tener hijos, eso sí, cuando lo plantearais vosotros.Antes, probablemente, tocaba disfrutar el uno del otro, viajar, divertiros, poder organizar vuestra casa, el trabajo, etc. Y por fin llegó el gran día, ese que habíais deseado y temido a partes iguales, el de formar una familia con niños.Os pusisteis a ello y pasó un mes, pasaron dos, ya iban tres y nada, y vuestra alegría empezó a tambalearse.Si tenías menos de 35 años esperaste más o menos un año, y si ya tenías más de esa edad, seguramente no dejaste pasar más de seis meses antes de ir a tu ginecólogo y comentarle lo que estaba pasando.

Aunque también puedes ser una mujer que no tiene pareja y decidiste no esperar más para formar una familia en la que hubiera niños aunque no un papá. O directamente sois una pareja lesbiana, joven o no, pero que ha elegido la reproducción asistida para tener a su  hijo.

Pues bien,aun llegando de un sitio u otro, cuando te enfrentas cara a cara a la reproducción asistida puedes plantearte la siguiente cuestión “¿La reproducción asistida es para mí?”Vamos a revisar cuatro preguntas que te vas a plantear:

1)   ¿Podré aceptarla?

Lo primero que tienes que entender es que la reproducción asistida es tu aliada, es el medio a través del cual una persona que no puede tener hijos por sí sola, es capaz hoy en día de formar una familia. No es el enemigo, es posiblemente tu única posibilidad para poder gestar.Hay que interiorizarlo y sentirlo de verdad tanto tú como tu pareja, porque si no, el duro camino que iniciáis va a ser más difícil de llevar, ya que vas a estar demasiado alerta a las posibles situaciones que no te gusten.

2)   Pero ¿tanta medicación no será mala?

La mayoría de las personas evitamos medicarnos y de repente llegas a este mundillo y tienes que empezar a tomar una cantidad de hormonas que te asustan, tú que quizás no quisiste ni tomar la píldora anticonceptiva. Hay que intentar entender que estamos en una situación excepcional. Ésta va a ser una época de nuestra vida más o menos larga, pero va a tener un final. Cuando logres tu embarazo, tener a tu hijo y acabar la lactancia, llegará el momento de hacer una depuración, si es algo que te preocupa. Piensa que la mayoría de las mujeres no lo hacen y están bien, pero si tú tienes esa inquietud, te puedes poner en manos de un buen nutricionista que te acompañe durante tu proceso de reproducción asistida, embarazo y lactancia.

3)   ¿Podré enfrentarme a los gastos?

Sí, efectivamente, el nivel de inversión económica que vas a tener si te tratan en una clínica privada seguramente va a ser de los más grandes de tu vida,a no ser que seas de las afortunadas que en la primera o segunda inseminación se quedan embarazadas (que también las hay) o tus tratamientos están cubiertos por la Seguridad Social con lo cual aunque vas a pasar muchos nervios, no vas a tener la presión que supone un  negativo y un nuevo desembolso de dinero.

4)   ¿Sobrevivirá mi pareja a esta tensión?

Esta situación tan exigente que os ha tocado vivir va a ser una prueba para vuestra relación. De aquí se sale reforzado o justo lo contrario. Hablad mucho antes de empezar con todo el proceso, intentad situaros en la misma pista de salida, porque luego cuando las hormonas empiecen a hacer efecto y los tratamientos funcionen con mayor o menor éxito no vais a tener la cabeza tan fría como antes de empezar. Buscad apoyo por donde sea y del tipo que sea, no tenéis por qué hacerlo solos.

Un artículo de Eva María Bernal | Creando una familia