El útero es el órgano femenino encargado de albergar al embrión durante los nueve meses de gestación que durará el embarazo. Es en el endometrio del útero, la membrana mucosa que lo recubre, dónde se implantará y comenzará su desarrollo.

Esta fase de implantación embrionaria es uno de los momentos más delicados y decisivos para conseguir el embarazo, que depende de factores como la receptividad del útero, la calidad embrionaria o el momento de la transferencia. Si las condiciones del endometrio no son las adecuadas, y a pesar de que los embriones sí lo sean, encontraremos muchos problemas para alcanzar el embarazo.

Las investigaciones recientes en medicina reproductiva se orientan bajo la importancia del estudio del endometrio con el fin de mejorar las tasas de éxito de los tratamientos de reproducción asistida.

El momento óptimo para la implantación del embrión

Para que el embrión puede implantarse y desarrollarse en el útero son necesarios una serie de cambios moleculares, estructurales y vasculares. Esto se produce en unos días propicios en los que el embrión tiene mayor probabilidad de implantarse, lo que se conoce como ventana de implantación y que se produce entre 5 y 6 días después de la ovulación.

Conocer el momento óptimo para transferir el embrión en una fecundación in vitro es vital para el éxito del tratamiento. Esto se consigue mediante una biopsia y una inmunohistoquimia, pruebas que estudian los perfiles moleculares durante el periodo receptivo para poder determinar si nos encontramos en la ventana de implantación.

Una de estas pruebas para estudiar la receptividad endometrial es el Test ERA (Endometrial Receptivity Array), que determina cuándo es el mejor momento para la implantación desde un punto de vista molecular. Se trata de una biopsia del tejido del endometrio durante los días que pensamos que son la ventana de implantación de la paciente. Se analiza la expresión de 238 genes implicados en la receptividad endometrial evaluando si el endometrio es receptivo durante esa posible ventana de implantación o si ésta se encuentra desplazada.

Realizar esta prueba en un tratamiento de fecundación in vitro consigue coordinar el momento óptimo del endometrio y los mejores embriones seleccionados en el laboratorio para aumentar considerablemente las tasas de éxito del tratamiento.

El grosor endometrial

Además de la implantación del embrión durante la ventana de implantación para que no se produzcan fallos de implantación, una buena receptividad uterina también viene marcada por otros factores relacionados con la estructura del útero.

El grosor endometrial es una de las características que más pueden afectar negativamente a la consecución del embarazo, en caso de que no se tenga un grosor de entre 8 y 14 milímetros, las condiciones del endometrio no serían óptimas.

En determinadas pacientes que no alcanzan un grosor endometrial aceptable se puede deber al Síndrome de Asherman’s , al uso de citrato de clomifeno en las estimulaciones ováricas o en algunos casos al uso prolongado de pastillas anticonceptivas durante más de 10 años.

Tanto el grosor endometrial como la aparición de vasos intraendometriales el día de la transferencia, que revelan una buena receptividad uterina, o el impacto de las contracciones uterinas durante la transferencia de embriones, son factores que pueden estudiarse mediante una sencilla ecografía vaginal durante todo el ciclo menstrual.

 

En conclusión, la ecografía vaginal al igual que los estudios de receptividad endometrial como el Test ERA son orientativos para conocer las condiciones del endometrio, clave para el éxito de los tratamientos de reproducción asistida.